11 febrero 2013

Estilo Vintage





Vintage es el término empleado para referirse a objetos o accesorios de calidad que presentan cierta edad, los cuales sin embargo no pueden aún catalogarse como antiguedades. En la actualidad, el término se ha generalizado y se utiliza para designar instrumentos musicales, automóviles, libros, fotografías, y, más recientemente, prendas o accesorios de vestir.
El auge de la estética vintage se ha visto acrecentado por iconos de la moda como Dita Von Tesse que viste casi exclusivamente con prendas de segunda mano.
La atracción por lo vintage deriva de las siguientes razones.
·Exclusividad: La mayoría de los productos vintage fueron producidos en pequeñas cantidades y son menos aún los que han llegado a nuestros días.
·Calidad: La confección de este tipo de prendas suele ser exquisito. Son artículos caracterizados por su buen hacer, muchas veces de manera artesanal en su totalidad o gran parte de ella.
·Materiales: Gran parte del género con el que se realizaron en su momento tiene hoy un precio desorbitado.
·Valor económico: Su precio está muy alejado de prendas similares actuales. Su valor incrementa según la época a la que pertenece, el diseñador que la creó, su buen estado y en algunas ocasiones, incluso, a quién perteneció.
·Historia: Los consumidores de este tipo de prenda dan gran valor añadido a su carga histórica. De hecho, uno de los lugares para adquirirlos son precisamente anticuarios.
·Coleccionismo: No todo el público adquiere estos artículos para su uso. En ocasiones se crean auténticas colecciones privadas de diseño por el mero placer artístico de su posesión.
·Acabado: El gusto por el detalle, desde la hilada hasta los botones o elementos decorativos, está realizado con un esmero del que suele carecer la moda actual.
Tal es el valor actual de lo vintage, que las casas de moda están recurriendo a esa estética en sus nuevas colecciones.
El vintage es una manifestación de la cultura posmoderna. Es producto de la pérdida de fe en el progreso y el desencanto del motor de la innovación propia de la modernidad. Así, en vez de mirar al futuro, se recurre con nostalgia a elementos de eras pasadas, pero carentes de significado original. De esta manera, la moda se sirve del pasado por motivos meramente estéticos, donde se mezclan elementos de distintas épocas y lugares, descontextualizados de su función y razón original.
Algunos elementos que vale la pena considerar a la hora de identificar una prenda vintage se basan en la fecha de ciertos descubrimientos o prácticas comerciales. Por ejemplo, las etiquetas con instrucciones de lavado o los cierres de plástico sólo aparecieron en los años 1960. También se tiene el caso del nailon, que se descubrió en 1935, pero no llegó a Europa sino un década más tarde.
No es cuestión de rescatar un batón del placard de la abuela, ese que te recuerda tu infancia: botones forrados, cinturón y estampado marrón con flores amarillo patito. Aunque, de hecho, lo nuevo en la moda es llevar lo viejo.
Casi una paradoja: en el imperio donde reina la novedad, se privilegia lo antiguo. Casi. Porque la novedad es rescatar viejas prendas de otras décadas y combinarlas con nuevas tendencias con el fin de crear un look distinto y, al fin y al cabo, nuevo.
Se trata de la moda vintage. Este término se utiliza para describir artículos o prendas de ropa “retro” que tengan, por lo menos, diez años de historia. Actualmente, lo más rescatado pertenece a las décadas del 50, 60, 70, 80 y, aunque nos pese, 90.
Casas de indumentaria internacionales y una gran parte de los diseñadores independientes han adoptado la práctica de reciclar prendas para transformarlas en productos apetecibles para un público con ansias de novedad. Firmas internacionales, como Prada o Channel, han reeditado diseños históricos asegurando no se trata de copias, sino de modelos originales.
Eso sí, nada de pensar que los viejos tiempos fueron mejores, para que el vintage funcione es necesario mezclarlo con lo actual. Es decir, seguir antiguo y vigente consejo de las novias, el de combinar algo nuevo con algo viejo y demás. Se trata de una tendencia que furor esta temporada: lucir una prenda vintage y alegrarla con un toque de modernidad. De esta forma, se revitaliza una moda de colores sepia y se resalta la bondad de la ropa añeja y el de la actual.
La premisa es modernizar las prendas agregando hebillas, tachas, botones o mostacillas bordadas. Se pueden quitar volados o tablones o utilizar un encaje antiguo para agregarlo al ruedo de una pollera. Modificar las mangas y combinar con géneros modernos como tela de avión o polar. O vestirse con la moda actual y agregar un sombrero, pañuelo, cartera o zapatos de estilo vintage.
Para estar a tono con este fenómeno sólo basta una visita al baúl donde mamá y la abuela guardan reliquias del pasado. En el caso de que adquirir algo directo del hogar sea considerado como una profanación, la opción es pasear por cualquier feria americana o mercado de pulgas donde se consiguen prendas desde $ 5.